El slow food se ha popularizado en todo el mundo como una nueva filosofía que prioriza el placer por la comida junto a la sostenibilidad de los modelos de consumo. Y es que actualmente las prisas, el trabajo, la vida mayoritariamente urbana y el estrés pueden impedirnos disfrutar de la comida como deberíamos.
La vuelta de las vacaciones es un buen momento para recuperar unos hábitos saludables en cuanto al ejercicio diario y a la alimentación de toda la familia.
¿Qué es el Slow Food?
Fue a finales de los 80 cuando en Italia muchos profesionales de la restauración y la agricultura quisieron contrarrestar la apertura de cadenas de fast food en ciudades como Roma. Y lo hicieron reivindicando y promoviendo la comida a partir de productos naturales, las recetas locales, los sabores exquisitos y la alimentación sin prisas.
Este reivindicación fue extendiéndose a otros países hasta que en 2004 se reconoció oficialmente a Slow Food como una organización sin ánimo de lucro en colaboración con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO). Este movimiento engloba agricultores, productores, comerciantes, gastrónomos y restauradores que trabajan para una alimentación más saludable con respeto a la biodiversidad y la sostenibilidad del planeta.
Slow Food en restaurantes y en casa
Actualmente, en ciudades de todo el país podemos encontrar diferentes restaurantes que practican esta filosofía en sus platos. Estos locales suelen basar sus propuestas gastronómicas en productos artesanos, ecológicos y plant-based, es decir, “a base de plantas”. Aseguran que no se trata solamente de una nueva forma de cocinar, sino de un estilo de vida que apuesta por la alimentación consciente y en la que se fomenta la degustación sin prisas de productos locales y saludables.
Sin embargo, el Slow Food no está reñido con la globalización, y sus expertos también aceptan el transporte de ciertos productos hasta zonas en las que no se encuentran disponibles. Asimismo, advierten que la llamada economía Kilómetro Cero no siempre es fácil para los restaurantes de las grandes ciudades. Por ello, es importante que fomentemos el cultivo de plantas y hortalizas en casa, también porque así introduciremos buenos hábitos a los más pequeños de la casa.
Cada vez es más fácil encontrar ofertas culinarias que abogan por esta filosofía, pero no hay mejor sitio para practicar el Slow Food que en casa. Comer y cocinar en casa es una excelente forma de que nuestros hijos adquieran más nutrientes, preparando comidas saludables para toda la familia, recordando siempre la importancia de comer despacio, masticando bien y sentados en la mesa.
¡Apuesta por el Slow Food!